En La Paz operan alrededor de 80 locales que ofrecen una gama de juegos estratégicos, de acción y de alcance masivo.
Las horas pasan volando frente a un monitor. Absortos en el juego y sumergidos en un mundo ficticio, decenas de jóvenes convierten los juegos en red en un hábito, una distracción o una válvula de escape a la rutina.
Pueden ser dos, ocho o más de 24 horas continuas de juego. Cuando uno entra en ritmo, es casi imposible tener la mente en otro lugar.
“Ésta es la forma de entretenimiento que yo prefiero. Es un don, una habilidad que no todos la tienen”, dice César Escóbar, jugador desde hace 15 años y dos veces campeón de torneos nacionales.
En La Paz operan alrededor de 80 locales donde se ofrece una variada gama de juegos electrónicos, que pueden clasificarse en estratégicos, de acción y de alcance masivo o MMO.
Entre ellos, Starcraft, Dota, Warcraft, Diablo, World Warcraft, Call of Duty y Counter Strike son algunos de los más conocidos y solicitados por usuarios, cuyas edades oscilan entre los 18 y 35 años.
Cada juego se aprende de forma autodidacta, con la práctica, y cada uno escoge el que más se adecue a su personalidad.
Pero hay una diferencia entre los juegos en red y los juegos online. En el primer caso, participan personas que se encuentran en un mismo lugar, mientras que en el segundo se puede interactuar con jugadores de otras partes del mundo. En Bolivia estos juegos tuvieron gran acogida desde 2004.
“Los juegos en red quedaron en el pasado, ahora todos prefieren los juegos online. Por eso, si no tengo internet, la gente no viene a jugar”, dice Freddy Salazar, dueño de Quernel Net, local que funciona hace 14 años en La Paz.
Y aunque el servicio de internet domiciliario ahora es más accesible, los usuarios prefieren recurrir a estos lugares para encontrarse con amigos que comparten la misma pasión, aunque eso signifique gastar dinero por el consumo.
Acomodados uno al lado de otro, nadie siente temor de gritar y expresar sus ideas. Todos hablan un mismo lenguaje. Frases como: “¡atacalo, atacalo!” o “utiliza el poder”, son comunes de escuchar en un ambiente de varones, por lo general.
Manuel García, de 24 años, afirma que cuando todos están reunidos es más fácil formar equipos para desafiar a otros jugadores. “Te sientes parte del campo de batalla, asumes un personaje y no paras hasta concluir tu misión”, dice.
“Es como un trabajo”
Algunos de estos jóvenes generan ingresos a partir de los juegos. “Es como un trabajo”, dice Joaquín Bustillos, dueño de Megaweb, que funciona hace nueve años y atiende 22 horas al día.
De acuerdo con el tiempo que dedican o a su destreza, estos jugadores pueden ganar desde 100 hasta 800 dólares en un día. “Sólo tienen que abrir sus cuentas bancarias, comprar objetos en el juego y luego cambiarlo en efectivo. Es fácil, pero uno tiene que saber con quién negocia”, explica.
Adrián C., por ejemplo, encontró “una mina de oro” en estos juegos. Al darse cuenta de cuánto podía ganar, decidió dedicarle cada vez más de su tiempo, hasta el límite de no poder dejarlo. “Se convirtió en un vicio, porque me dio mucho dinero haciendo lo que me gusta”, cuenta.
Otros, en cambio, pasan horas enteras por pura diversión. Algunos jugadores cuentan que dedicar mucho tiempo a los juegos los perjudicó en la universidad. “Empecé a perder materias, porque ya no iba a clases. Me atrasé un año para salir profesional”, dice Manuel, quien ahora sólo juega cuatro horas a la semana.
Mientras que César considera que si bien “al jugar descuidas tus actividades y te apartas de la realidad, es algo que puedes controlar. Puedes dejarlo cuando te lo propongas”.
Según el psicólogo Álvaro Molina, la adicción hace que uno reemplace sus actividades cotidianas y su interacción habitual y, en esos casos, lo más recomendable es acudir a un especialista.
El psiquiatra argentino Julio Brizuela, autor del Manual de juego responsable y juego patológico, indica que a escala mundial la incidencia de esta adicción ronda entre el 0,5 y el 2,5% de la población adulta. Y puede llegar hasta el 4% en el caso de los jugadores que no tienen todos los síntomas de adicción.
Pero no todo es malo en este mundo de entretenimiento. Salazar afirma que los juegos de estrategia, especialmente, desarrollan la mente y la creatividad, haciendo más analíticas a las personas que los practican.
“Aprendes a tomar decisiones en cuestión de segundos y a crear tácticas para atacar a tu enemigo. Es muy interesante”, dice.
Es que todo es válido en este espacio donde no hay cabida a lo real, y donde las figuras mitológicas y los personajes de guerra cobran vida con el simple toque del teclado.
Punto de vista
Álvaro molina Psicólogo La adicción a los videojuegos ha creado problemas en nuestro contexto y también a escala mundial. El problema es que los contenidos que tienen no están adaptados a la realidad y muchas veces no hay suficiente madurez para discernir de manera correcta lo que es real de lo imaginario en los juegos, lo cual genera una realidad virtual y paralela. Esto impide al jugador formar una identidad social con respecto a su persona.
Para evitar la adicción, es importante que los padres dejen de pensar que son de otra generación y aprendan a jugar con sus hijos. Al interesarse por sus gustos, podrán orientarlos, aun si tienen 18 años, porque están formando su madurez.
Una adicción se estructura a partir de diferentes factores, entre ellos la personalidad, el contexto, la necesidad y el reemplazamiento, entre otros. Pero, en general, se sabe que existe una adicción cuando la actividad empieza a sustituir la interacción de la vida de manera cotidiana, incluso actividades vitales como la alimentación, la higiene y el descanso. En esos casos debe acudir a un especialista para el respectivo tratamiento.
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