Empezamos el mes de abril con un país convulsionado socialmente, la COB ha programado un paro movilizado, los indígenas del TIPNIS iniciarán la IX Marcha, que pretende ser nacional, ya no sectorial, y los médicos radicalizan sus medidas de presión. Ante este panorama, somos testigos, muchas veces mudos, del cambio del MAS que parece basarse en una desvalorización de los profesionales en todas las áreas. Ahora toca al cuerpo médico, que le quieren sustraer derechos ya adquiridos, como las seis horas de trabajo. Necesitamos políticas públicas que promuevan la especialización de los médicos y reconocer el esfuerzo de estos profesionales. Pero, sobre todo, necesitamos políticas públicas para mejorar la calidad de la salud y esta medida no hace más que precarizar la atención pública de salud. No es suficiente un seguro de atención universal si no tenemos infraestructura hospitalaria para atender esa demanda, el derecho constitucional así cae en saco roto.
El ejercicio de la profesión de médico es particularmente delicado y yo, personalmente prefiero que me atienda un médico con el suficiente descanso porque al final estará en juego mi vida, la cual pongo en sus manos.
Hace pocas semanas, el Presidente de Bolivia dijo a los magistrados que deberían nacionalizar las leyes y dejar atrás la enseñanza del Derecho Romano.
Ya estamos acostumbrados a los exabruptos de nuestra digna autoridad, que la mayor parte de las veces quedan en la anécdota y no tienen mayor repercusión. Mi asombro fue que, esta vez, el Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica Boliviana, doctor Eduardo Rodríguez Veltzé (expresidente de la Corte Suprema de Justicia), pretende seguir las instrucciones presidenciales y, mediante un proyecto de reforma de la microcurrícula, pretende eliminar la asignatura de Derecho Romano y reducirla a una enseñanza transversal. Es difícil pensar cómo podríamos entender las instituciones jurídicas modernas sin aprender el razonamiento jurídico romano, base fundamental del Derecho en cualquier parte del mundo. Y esto nos lleva al tema central: en lugar de mejorar la calidad de la educación (sea ésta pública o privada), estamos reduciéndonos a dogmas que están reemplazando las ciencias. Parece que la teoría marxista revolucionaria de la de-construcción del Estado, la sociedad y sus principios ha llegado a las aulas universitarias.
Un pueblo ignorante es más fácil de manipular, y parece que todos quieren que seamos ovejas sin formación.
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